
En un rincón vibrante de la geografía local, un grupo de jóvenes ha decidido transformar su entorno mediante el arte y la creatividad. La Loma, un bello pueblo lleno de historia y tradición, ha visto nacer un proyecto que no solo embellece sus calles, sino que también celebra su rica herencia cultural, folclórica y gastronómica. Esta iniciativa ha tomado la forma de un gran corredor cultural, donde los colores se entrelazan en murales que narran historias y evocan sentimientos.
La chispa de esta transformación surgió hace unos años, en una sencilla charla entre amigos en la plaza principal del pueblo. En aquel encuentro, los jóvenes discutían sobre cómo podían dinamizar su comunidad y crear espacios que ofrecieran más que las tradicionales fiestas que giran en torno al baile y el consumo de alcohol. Fue en este contexto donde la idea de adornar diversos lugares de La Loma con murales comenzó a germinar.
Poco a poco, lo que comenzó como una conversación informal se convirtió en un proyecto tangible, impulsado por el entusiasmo y el compromiso de todos los involucrados. “El enano se creció”, me dijo en una conversación telefónica Frank Daza Romero, un apasionado consejero departamental de juventudes y pionero de esta ambiciosa iniciativa. Frank, ha dedicado horas a recorrer las calles, imaginando qué murales podrían embellecer primero el paisaje urbano y a qué historias deberían dar vida, yo muchísimas veces lo acompañe, y le sugerí la idea de que este gran proyecto tuviese como inauguración, un buen conversatorio con los grandes exponentes de la cultura y el folclor nativo. Como lo son: Fernando «Cachi» Bordeth, Jorge Naín Ruíz, Juan Bautista Mariano y Luis Martinez Suarez «Cachula».
Las primeras rutas elegidas para el proyecto fueron cuidadosamente seleccionadas. La idea era que, en cada esquina, los visitantes pudieran encontrar relatos visuales que no solo encantaran su vista, sino que también les ofrecieran un vistazo profundo a la identidad de La Loma. Estas obras maestras en la pared no son solo una explosión de arte; son un reflejo de la comunidad misma, un llamado a explorar sus tradiciones y valorar su patrimonio.

El impacto de lo que será este corredor cultural es evidente. Durante las festividades, la Loma se convierte en un imán para turistas que buscan más que simples monumentos. Las recientes fiestas, en su versión 32°, (Festival de Canciones Samuel Martínez, celebradas del 12 al 15 de julio del presente año), mantuvo como prioridad y lema; Rescatando las tradiciones.
Actualmente a varios kilómetros de la Loma, en San diego, donde se encuentra un corredor turístico, llamado “la ruta santa”. Este corredor es muy transcurrido en la semana mayor, donde los visitantes se ven atraídos por su precioso arte y espiritualidad. La curiosidad por los murales, que contarán las historias de sus ancestros y gastronomía local, les invita a profundizar en la historia de este pueblo encantador. Los colores vibrantes y las imágenes cautivadoras actuarán como un puente entre generaciones, recordando a todos la importancia de mantener vivas las costumbres y relatos que nos definen.
A medida que la iniciativa ha crecido, también lo ha hecho la participación de la comunidad. Artistas locales, jóvenes creativos y niños de todas las edades se han unido al proyecto, canalizando su energía y talento para construir, en conjunto, un legado colorido y significativo. Este esfuerzo colectivo ha fortalecido los lazos sociales y ha fomentado un sentido de pertenencia que resuena en cada trazo de pintura.
Así, la Loma no solo se adornará con un gran corredor cultural, sino que está en el proceso de reescribir su propia narrativa a través del arte. Los colores que ahora salpican este bello pueblo son testimonio de la unión y el esfuerzo de unos jóvenes que soñaron en grande y decidieron que la historia de su comunidad merecía ser contada. Con esto, cada mural se convierte en un portal que invita a todos a disfrutar y celebrar la esencia de La Loma.
Por: Camilo Andrés Cuadro Meza